Relajándome.

Después de la dichosa reunión, salió disparada del Ministerio. No quería pasar allí ni un minuto más, por lo menos en lo que quedaba del día. Corrió a todo velocidad hacia su ciudad. Al llegar, disminuyó la velocidad, caminando hacia los jardines.

Tomó asiento sobre el congelado suelo, y recostó su espalda en él. Cerró los ojos, olvidando.

Caminaba por el lugar, era nuevo allí y le interesaba investigarlo. De pronto, sintió la presencia de otro vampiro cerca. Trató de leerle la mente, pero el individuo bloqueaba sus pensamientos.

Se tensó, al sentir un delicioso aroma dulzón que quemaba su interior. Abrió los ojos, preparándose para lo extraño.

Percibió un hermoso aroma a coco y vainillas, y se dejó guiar por el. Hasta que la vió. Se hallaba recostada en la nieve, podía distinguir su nívea piel, definitivamente era como él. Se acercó un poco más, curioso.

Giró sobre si misma, instintivamente. Al hacerlo, se encontró con unos hermosos ojos marrones que la observaban con curiosidad. Rió musicalmente, sin quitarle la vista de ensima.

Caminó hacia la joven a paso lento, sonriéndole. Intentó nuevamente invadir su mente, y notó que esta vez sí podía. Bella Swan pensó ella, al darse cuenta sus intenciones.
-Edward Cullen -respondió en un susurro- encantado de conocerte.

Soltó una leve carcajada. Yo también puedo leer tus pensamientos, Edward Cullen; formuló en su mente, burlona.

Clavó su vista en ella, algo sorprendido. Después de unos minutos de sólo mirarla, caminó hasta su lado.
-Prefiero que hablemos, antes que leernos la mente -murmuró, esbozando una encantadora sonrisa.

Le devolvió la sonrisa, su aroma la estaba consumiendo por dentro.
-Opino igual. -comentó- Eres nuevo por aquí, ¿cierto? -inquirió curiosa.

-Cierto -le guiño un ojo, sin poder quitarle la vista de encima- Acabo de dejar el baúl en la habitación. Vengo de Alaska.. -dijo todo esto rápidamente- ¿Tu hace mucho que estás aquí?

-En esta ciudad.. un mes aproximadamente -respondió resuelta- ¿No te cansas de estar parado? -rió suavemente, sus ojos brillaban.

Sonrió perversamente, y se sentó a su lado, sobre la nieve. -Pensé que tal vez te incomodaba -susurró- ¿Te molesta si te pregunto algo?

-Para nada me incomodas -respondió feliz, respirando profundamente, como si necesitara el oxígeno para sobrevivir. -Y no, no me molesta..

-¿Hace mucho que te convirtieron? -preguntó de golpe, y desvió la vista hacia el nublado cielo.

Dirigió su vista inmediatamente a él, lo estudió unos minutos. -Veinte años, ¿por?

-Veinte años.. -repitió, un poco extrañado- Tienes un olor tremendamente fuerte y dulce, siento como si fueras una humana, y tu sangre me cantara -susurró, volviendo a dirigir su mirada a ella.

Entrecerró los ojos. -Me pasa exactamente lo mismo contigo, tu aroma me está matando. -resolvió sin inmutarse, pero sin poder quitar sus ojos de los de él.

-Más extraño de lo que pensaba.. -susurró, recorriendo el rostro de la joven con su fría mano- Además.. también hace veinte años que me convirtieron.

-Tal vez somos especiales -dijo soltando una carcajada, infantil. Besó la palma de su mano- La verdad, no tengo una respuesta para darte..

Se estremeció ante el contacto de los fríos labios sobre su piel. -Um, ¿y cuántos años tenías cuando te convirtieron? -preguntó, curoseando.

-Diecinueve -respondió, relajada, volviendo a acostarse sobre la nieve. -¿Tu? Supongo que más o menos igual.. ¿no?

-Demasiadas casualidades, señorita -contestó, divertido- También tenía diecinueve años aquel día, en Italia.. -dejó volar su mente.

-¿Estabás en Italia? Hermoso lugar.. -susurró, y refutó: -Pero tu no eres italiano.. ¿no es así? -preguntó perspicaz, sonriéndole.

-Noo.. soy inglés, pero recorrí prácticamente todo el mundo en estos últimos veinte años. He pasado más tiempo en Estados Unidos que aquí. -respondió, sonriéndole con algo de autosuficiencia- Y el día en que me convirtieron, me encontraba en Italia, visitando a.. unos viejos amigos -terminó, dudando en decirle la verdad.